¿Vivir para publicar o publicar para vivir?

Cada día me encuentro paseando entre mis redes sociales y disfruto ver un poco sobre la vida de mis amigos #QuéStalker. Los feeds de Facebook y Twitter son adictivos, pero las historias de Messenger, Instagram y Snapchat son como una aspiradora que traga por completo todo tu tiempo y atención – la mayoría de historias, no todas. Poco a poco me fui dando cuenta que inconscientemente competimos socialmente por demostrar quién tiene el mejor estilo de vida. Todos quieren publicar su linda bandeja de sushi, su nuevo dispositivo Apple, su vista en un paisaje extranjero, su “espléndida” relación amorosa… En fin, todos queremos parecer interesantes y privilegiados.



Querer publicar todo lo bueno – y a veces lo malo – que vivimos puede llegar a ser una actividad ardua. Esa ansiedad por publicar puede ser tan dañina como cualquier otra ansiedad. Una que otra vez salgo con mis amigos, viajo o como algo extravagante y el corazón me late velozmente gritándome que es extremadamente necesario publicar ese instante en todas mis redes. He llegado al punto en el que he decidido no esforzarme demasiado por mostrarle al mundo mi presente. No quiero anhelar vivir cosas sólo con el fin de publicarlas pero tampoco quiero publicar cosas para hacer que cuenten en mi vida.

Lo que quiero decir es

Publicar.

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